Obra de Kehind Wile, pintor afrodescendiente norteamericano que este 2018, retrató al ex-Presidente B. Obama.
La percepción es la capacidad que
tenemos los seres vivos racionales de obtener
información sobre el ambiente o contexto de convivencia y relaciones humanas, a
partir de los efectos que los estímulos producen sobre los sistemas
sensoriales, lo cual les permite interaccionar adecuadamente con cada elemento
que rodea al hombre en su proceso de transformación de la realidad.
En el caso de la modalidad
visual, la percepción puede entenderse como la obtención de conocimiento del
mundo físico que nos rodea a partir de la disposición óptica, es decir, el complejo
patrón de la luz reflejada por los diferentes elementos que lo componen; queda
claro, pues, que el resultado de la percepción (información sobre el entorno) es
algo muy distinto de aquello de lo que se parte (la disposición luminosa
concreta que en cada momento llega a los ojos).
Es por ello, que como otros
muchos aspectos denominados "cognitivos", la percepción puede
entenderse como procesamiento de información: una serie de operaciones que
transforman un elemento de entrada (o input) - la luz- en otro de
"salida" (u output) diferente - información sobre el entorno.
Esta forma de entender la
percepción ha favorecido el hecho de que durante las últimas décadas este
tópico se aborde desde una perspectiva multidisciplinar, en la que destacan
tanto los estudios de carácter psicológico, psicofísico y fisiológico más clásicos
como los más novedosos de la ciencia de la computación y la neurociencia en
general.
Acorde con las ideas
anteriores, este enfoque se caracteriza por considerar la percepción como un
tipo de computación basada en un complejo entramado de tejido neural en el caso
de los seres humanos, pero que también puede ser llevada a cabo por un
computador cuando éste recibe la información adecuada.
Las fases de la percepción, a
todas estas, en el caso de la percepción visual, suelen diferenciarse una serie
de fases o estadios:
a) Visión temprana: conjunto de procesos
mediante los que el sistema visual crea una representación inicial de
propiedades sensoriales elementales como el color, el movimiento, la
profundidad y la disposición espacial de los objetos (su orientación, tamaño y
distancia con respecto al observador, aspectos fundamentales para obtener
información sobre la forma y, por tanto, la identidad de los objetos);
b) Organización perceptiva: en esta fase el
sistema visual pone en juego una serie de mecanismos por medio de los cuales
logra la constancia perceptiva de los distintos elementos de información
obtenidos tras la fase de visión temprana, así como una especificación del modo
en que se organizan como una totalidad cada uno de estos elementos, para poder
así relacionarlos con los distintos objetos y superficies que forman la imagen
visual;
c) Reconocimiento: como resultado de todo este conjunto
de procesos se obtiene información acerca de la identidad, significado y
función de los distintos elementos que nos rodean. En general, se considera que
el reconocimiento perceptivo se basa en el establecimiento de algún tipo de
correspondencia entre la información visual obtenida en cada momento con conocimiento
almacenado a largo plazo sobre el aspecto visual de las cosas. Normalmente, el resultado
final de todo este conjunto de procesos es la percatación consciente de las
distintas características y aspectos de
los diversos objetos y entidades que nos rodean.
Sin embargo, en determinadas
circunstancias, los resultados del procesamiento de la información visual tiene
lugar de forma no consciente, es decir, el observador considera que no ha
detectado o experimentado un determinado aspecto de su entorno visual. De
hecho, la mayor parte de los procesos visuales (excepto el reconocimiento,
inherentemente "consciente") tienen lugar fuera de la conciencia del
individuo. A lo largo del tiempo, una determinada parte epistemológica de la
Filosofía se ha interesado por determinar cómo adquirimos conocimiento sobre el
mundo.
En general, los distintos
planteamientos teóricos sobre cómo ocurre la percepción han discrepado sobre
una serie de cuestiones conceptuales básicas y, de alguna manera,
contrapuestas.
Así, algunos pensadores han
considerado que la percepción depende fundamentalmente de la naturaleza misma
de nuestros sistemas perceptivos, mientras que otros han defendido que son las
características de los estímulos las que determinan el modo en que ocurre la
percepción.
Por otra parte, es posible
diferenciar entre planteamientos teóricos de carácter holístico o molar (la
percepción es un proceso que debe entenderse de forma integrada), y teorías de
carácter atomista o molecular, las cuales mantienen que la percepción es el
resultado de aspectos progresivamente más complejos.
Las teorías sobre la
percepción también se diferencian entre aquellas que enfatizan el papel de la
información estimular y los patrones de activación de los sistemas sensoriales (procesos
de abajo a arriba, o “bottom-up”) y las que consideran la percepción debida fundamentalmente
al conjunto de conocimientos sobre el aspecto de los objetos de los que la persona
dispone y que ha adquirido a lo largo de la evolución y/o el aprendizaje
(procesos de arriba a abajo o “top-down”).
Desde una perspectiva filosófica,
el interés por la percepción se remonta a la filosofía griega. Así, Platón
pensaba que el alma es la que posibilita la percepción, mientras que Aristóteles
otorgó un papel fundamental al funcionamiento de los sentidos y a la asociación
de eventos e ideas.
Posteriormente, Descartes
también enfatizó el papel del alma al hablar de la percepción, subestimando la
función de los sentidos. Contrariamente, desde el empirismo se mantenía que, en
última instancia, el origen de todo conocimiento se halla en los sentidos y en
la experiencia.
Así, Locke propuso la existencia
de cualidades secundarias en los objetos que producen indirectamente ideas en
el sujeto. Uno de los más prometedores intentos de solución al problema de
conocer el mecanismo responsable de la relación indirecta entre el estímulo y
la percepción de sus propiedades vino de la fisiología, concretamente de la
"ley de las energías nerviosas específicas", enunciada por J. Müller
en 1826, según el cual, las cualidades de la percepción no se deben a los objetos,
sino a las características de cada una de las vías sensoriales (las de los cinco
sentidos clásicos).
Constructivismo
Influido por el empirismo
inglés, Von Helmholtz propuso la teoría de la inferencia inconsciente, de
acuerdo con la cual, el conocimiento previo es necesario para integrar los
datos procedentes de los sistemas sensoriales e inferir de manera inconsciente
la configuración estimular que con mayor probabilidad puede haber dado lugar a
la disposición retiniana momentánea.
Las ideas constructivistas de
Von Helmholtz venían apoyadas por los resultados de estudios que demostraban el
papel del “set” o disposición mental en los procesos perceptivos y atencionales.
Estructuralismo
Esta posición está representada
principalmente por Wundt en Alemania y Titchener en E.E.U.U. Esta perspectiva
intentaba estudiar la percepción de forma análoga al análisis químico de las
substancias complejas, pues entiende la percepción como el resultado de la
unión de los diferentes elementos sensoriales básicos (“átomos sensoriales”).
Así, cada elemento de la escena
produciría su propia sensación, resultando la experiencia perceptiva de la
unión de ese conjunto de sensaciones. Sin embargo, la información sensorial
cambia constantemente, por lo que la percepción ha de verse “complementada” con
la información procedente de la experiencia pasada, que actuaría como contexto
asociativo. Los estructuralistas emplearon la introspección analítica como
método para estudiar la percepción, es decir, se entrenaba a los sujetos para
que describieran sistemáticamente su experiencia fenomenológica durante la
percepción. Sin embargo, este método de investigación entraña numerosos y
graves problemas, de ahí que posteriormente autores como Wundt prefirieran
basar el estudio de la percepción en métodos psicofísicos, basados en el examen
directo del comportamiento del individuo perceptor.
Gestalt
La perspectiva de la Gestalt
surgió en Alemania alrededor de 1912, como una reacción a la metodología y
filosofía del estructuralismo y el conductismo y en estrecha relación con el estudio
de ciertas ilusiones perceptivas. De hecho, esta perspectiva arranca con la
publicación del artículo de Wertheimer sobre el movimiento "phi".
Estos primeros trabajos de la Gestalt se interesaron la experiencia perceptiva
fenomenológica, afirmando que ésta se caracteriza por su globalidad (“el todo
es más que la suma de las partes”) y su estructuración. Estas ideas
justificaron el interés de estos autores por determinar las leyes que explican
el modo en que percibimos. Estas leyes están relacionadas con dos aspectos generales:
la organización perceptiva y con la diferenciación figura-fondo.
Para los partidarios de la
Gestalt, estas leyes ponen de manifiesto la existencia de un principio general
de la organización perceptiva por el cual ésta tiende a la simplicidad, regularidad
y simetría (principio de buena figura), ámbito de la Gestalt fueron continuados
por autores como Koffka y Köhler. La corriente de la Gestalt rechazaba la idea
estructuralista de que la organización perceptiva depende de la experiencia
previa. Alternativamente, plantearon que la disposición estimular interacciona
con estructuras cerebrales ("Gestalten"). Köhler (1947), denominó a
esta correspondencia isomorfismo psicofísico, de acuerdo con el cual existe una
correlación entre la experiencia perceptiva y los eventos fisiológicos
subyacentes. Más concretamente, Köhler planteó que los mecanismos cerebrales
causantes de la percepción son campos electromagnéticos generados por la
actividad de millones de neuronas.
Por tanto, de acuerdo con este
principio, la estructura de la percepción dependería de las características del
sistema nervioso y, por tanto, estarían determinadas de manera innata. Sin
embargo, los principios gestálticos de organización perceptiva han sido
criticados por diversas razones. Así, algunos autores mantienen que dichos
principios tienen una escasa validez ecológica, pues consideran que su
relevancia fuera del contexto artificial del laboratorio es prácticamente nula
(no obstante, esta afirmación resulta contradictoria con el hecho de que los
factores normalmente vinculados con la organización perceptiva -similitud,
proximidad, destino común - desempeñan un papel crucial en contextos naturales
como, por ejemplo, el camuflaje ambiental de ciertos organismos). Otros autores
han enfatizado la vaguedad y falta de especificidad de estos principios, lo
cual dificulta notablemente la posibilidad de definirlosoperacionalmente. Como consecuencia
de ambos problemas, estos principios se pueden aplicar de modo diferente en
distintas ocasiones y/o puede ocurrir que una determinada configuración perceptiva
pueda atribuirse a la actuación de más de uno de estos principios originando, consecuentemente,
explicaciones circulares.
Por ello, este tipo de
consideraciones han hecho pensar que los principios organizativos de la Gestalt
sólo constituyen meras descripciones “a posteriori” del modo en que los
individuos experimentan fenomenológicamente un determinado patrón estimular.
Por otra parte, y a pesar de
que Wertheimer reconoció la posibilidad de que la organización perceptiva pueda
verse influida por la experiencia pasada, la propuesta gestáltica de que las
leyes de la organización perceptiva derivan de la configuración del sistema
nervioso (hipótesis del isomorfismo psicofísico) descarta la posibilidad de que
este aspecto de la percepción pueda estar determinado por factores distintos a
la estructura estimular (procesos “top-down”).
Ecología
perceptiva
Este planteamiento, también
denominado de la "percepción directa", está relacionado fundamentalmente
con el trabajo de J. J. Gibson, un autor conductista que consideraba que la percepción
está determinada únicamente por el complejo y continuamente cambiante patrón luminoso
que llega hasta el sistema visual procedente de los distintos objetos que
conforman nuestro entorno (disposición óptica).
De acuerdo con Gibson, la disposición
óptica cambia continuamente pero no lo hace al azar, por lo que proporciona
información invariante (no ambigua) acerca de la disposición de los objetos en
el espacio. Esta información invariante se presenta de diversos modos como, por
ejemplo, el flujo de diferentes patrones de textura, de movimiento y
facilitaciones, las cuales constituyen el significado del objeto para el observador.
De acuerdo con estos planteamientos, Gibson defiende que la percepción ocurre
porque los sistemas sensoriales están adaptados (o "sintonizados")
con las características de la información estimular –disposición óptica- para
captar de forma directa la información invariante proporcionada por ésta.
La ecología perceptiva presenta
varios aspectos positivos:
a) Por una parte, puso el acento sobre el
problema que constituye explicar cómo conseguimos tener una percepción exacta,
rápida y constante a pesar del continuo cambio de la información que recibe
nuestro sistema visual.
b) Gibson también enfatizó el hecho de que gran
parte de nuestra actividad diaria está relacionada con el movimiento, y que los
continuos cambios en la disposición óptica proporcionan una enorme y valiosa
cantidad de información acerca del ambiente visual. Este aspecto es importante,
porque una buena parte de las investigaciones realizadas en el ámbito de la
percepción visual parten de un observador y/o un objeto estático/s.
c) Por otra parte, la aproximación ecológica no
puede dar cuenta de los errores o ilusiones perceptivas que en ocasiones
experimentamos. Para Gibson, ello no constituía un problema, pues consideraba
que la mayoría de estos errores perceptivos no tienen lugar en condiciones
naturales (laboratorio). Aunque este argumento es parcialmente correcto,
también es cierto que numerosas ilusiones visuales se producen en condiciones
perceptivas normales; y
d) Por último, la idea de facilitación y su
relación con el significado de los objetos es problemática porque resulta
patente que el significado de los objetos no puede restringirse a las funciones
que permiten realizar, ya que éstas pueden ser ilimitadas y cambiar según las ocasiones
sin que ello afecte a nuestra identificación de los objetos.
El
enfoque computacional
Al igual que el enfoque de la
percepción directa, esta perspectiva reconoce el importante papel de la riqueza
de la información estimular a la hora de explicar las características de
nuestra percepción, pero a diferencia de aquel y más acorde con el enfoque
constructivista, la entiende como una tarea consistente en elaborar una
descripción o representación del entorno en cada momento. Para resolver este
problema, la percepción se apoya en un conocimiento físico de tipo general más
que en el conocimiento específico de los objetos presentes en cada momento.
Durante las dos últimas
décadas, la investigación realizada desde la perspectiva computacional ha
estado marcada por los trabajos realizados en el Instituto de Tecnología de Massachussetts
(M.I.T.), y principalmente por los del equipo de D. Marr. Este autor considera que
cualquier sistema complejo de procesamiento de información, como el sistema
perceptivo, puede analizarse desde tres perspectivas o niveles diferentes:
-el nivel computacional, que hace referencia a
los cómputos u operaciones básicas que tienen lugar entre la información de la
que se parte y el resultado que se obtiene, o lo que es lo mismo, aquello que
consigue una determinada función psicológica, el objetivo de la misma;
-el nivel algorítmico, que especifica los pasos
detallados de procesamiento que intervienen entre la información de entrada y
la de salida; y
-el nivel de implementación, que especifica el
sistema responsable de ejecutar las operaciones especificadas en el nivel
algorítmico.
En general, las técnicas
psicofísicas se han empleado para determinar el tipo de relación existente
entre ciertos aspectos estimulares y diferentes tipos de respuestas y experiencias
fenomenológicas, evaluadas mediante la identificación, reconocimiento o tiempo
de reacción ante tales estímulos. Sin embargo, en un principio estas técnicas
se emplearon principalmente para estudiar los procesos implicados en la detección
estimular, es decir, determinar el valor mínimo de estímulo que es posible detectar
(umbral absoluto) y la discriminación entre varios valores estimulares, es
decir, la capacidad para detectar un cambio mínimo entre dos valores distintos
de estímulos (umbral diferencial).
En concreto, el desarrollo de
los métodos clásicos de la Psicofísica está relacionado con los estudios de
Weber. Este autor determinó que el cambio de un estímulo para que produjese una
diferencia perceptible mínimamente detectable (DPM) era proporcional al valor
inicial de este estímulo. Posteriormente, y partiendo de los resultados de
Weber, Fechner determinó que la magnitud de la sensación no cambia de forma
lineal con el tamaño del estímulo, sino que el tamaño del cambio estimular
necesario para producir una DPM depende de la magnitud inicial del estímulo.
Más concretamente, estos cambios estimulares son mayores cuando se trata de estímulos
de magnitud elevada que cuando se trata de estímulos de pequeña magnitud Fechner
también fue el impulsor del desarrollo de las técnicas psicofísicas: el método de
los límites, el método de estímulos constantes y el método de ajuste, empleadas
para el cálculo del umbral absoluto y diferencial.
En todos los casos, el valor
del umbral absoluto y diferencial se establece en términos estadísticos debido,
fundamentalmente, a que los efectos de un mismo estímulo sobre un determinado
sistema sensorial no son siempre idénticos y a que estímulos diferentes pueden
producir efectos sensoriales de la misma magnitud (variabilidad intraindividual).
La razón de tal variabilidad hay que buscarla en la propia actividad neural de
los sistemas sensoriales, que oscila continuamente de forma aleatoria. Ello
hace que al unirse dicha actividad a la producida por el estímulo, el resultado
final pueda ser distinto en ocasiones diferentes y, por tanto, la capacidad
para detectarlo/discriminarlo. Además, el nivel de actividad promedio de un
sistema sensorial no suele ser idéntico entre los distintos individuos
(variabilidad interindividual). Consecuentemente, los valores estimulares correspondientes
a los umbrales absoluto y diferencial son aquellos que producen su efecto
correspondiente (detección y discriminación, respectivamente) en el 50% de las
ocasiones en que se presentan.
La
Teoría de Detección de Señales
Esta perspectiva enfatiza la
necesidad de disponer de una serie de reglas similares a las propuestas en la
teoría de la decisión estadística para adoptar decisiones sobre los estímulos presentados
para estudiar la percepción.Por tanto, de acuerdo con este planteamiento, la respuesta
del observador depende de dos factores independientes: los cognitivos (toma de decisiones)
y los sensoriales (los asociados con el estímulo y el sistema sensorial
encargado de responder a él).
Para estudiar el umbral
absoluto desde la perspectiva de la TDS, se suele emplear un único valor de
estímulo de pequeña magnitud que se presenta ocasionalmente (situación de "ruido"
- R). Por tanto, en este contexto las sensaciones experimentadas por el
individuo pueden deberse a la ausencia del estímulo (R) o, alternativamente, a
la presentación de éste sobre el contexto de fondo (S+R). La diferencia entre
las distribuciones de valores correspondientes a ambos tipos de sensación (d´),
depende de dos aspectos relacionados: la intensidad del estímulo y la agudeza
del sistema sensorial. Así, cuanto mayor sea el valor del estímulo, más diferentes
serán las sensaciones que éste tiende a producir de las asociadas a la ausencia
de estímulo. De forma similar, cuanto mayor sea la capacidad de un determinado
sistema sensorial para responder de forma distinta a valores diferentes de
estímulo (sensibilidad), mayor será la diferencia entre las distribuciones de
valores de sensación correspondientes a la presencia y ausencia de Estímulo. En
el contexto de detección de señales, la tarea del individuo consiste en
determinar si el valor de sensación experimentado en cada momento se debe a la
ausencia o presencia del estímulo. Por tanto, en función de su respuesta y de
la existencia o no de estímulo, habrá dos tipos de respuestas correctas: cuando
el individuo considera que el estímulo se ha presentado y éste realmente ha
aparecido (“acierto”) y cuando afirma que el estímulo no está presente en
aquellos casos en que éste no apareció (“rechazo correcto”). Contrariamente, la
respuesta será errónea en otros dos casos: cuando afirma que el estímulo se
presentó en aquellas ocasiones en que no lo hizo (“falsa alarma”) y cuando no
detecta la presencia del estímulo cuando éste sí aparece (“error”). De acuerdo
con la TDS, para llevar a cabo esta tarea, el individuo adopta un valor de
sensación que emplea como criterio de comparación (beta), de forma que si la
sensación experimentada es mayor que la establecida como criterio, la atribuirá
a la presencia de estímulo y si es inferior, considerará que el estímulo no se
ha presentado. El valor de la sensación adoptada como criterio depende fundamentalmente
de dos aspectos:
- de la probabilidad de aparición del estímulo
y
- de las consecuencias de la respuesta. En el
marco de la TDS, los diferentes valores de aciertos y falsas alarmas se emplean
para elaborar Curvas Operativas de Respuesta, que se diferencian por el grado
de sensibilidad del individuo, y cada uno de sus puntos depende del valor de
sensación adoptado como
La
psicofísica moderna de Stevens
Stevens mantenía que las DPM,
se pueden considerar como una medida indirecta de la sensación que, acorde con
sus planteamientos conductistas, se puede estudiar de forma directa en términos
de medidas de respuesta. Asimismo, Stevens recupera el uso de los métodos
psicofísicos directos que ya se emplearon durante el siglo XIX, entre los que
destacan los siguientes:
- Producción de magnitudes: consiste en
producir un estímulo correspondiente a un valor numérico dado;
- Producción de razones: consiste en ajustar la
intensidad de un estímulo en una razón determinada con respecto a otro
estímulo;
- Estimación de magnitudes: consiste en
determinar numéricamente el valor de la sensación producida por un estímulo);
- Estimación de razones: implica indicar la
razón existente entre un par de estímulos;
- Clasificación basada en categorías: consiste
en clasificar un conjunto amplio de estímulos en categorías de la misma
amplitud psicológica;
- Equisección: requiere que el individuo
determine intervalos de un valor concreto entre dos estímulos; y
- Métodos intermodalidad: los individuos deben
expresar la intensidad subjetiva de un estímulo a través de una modalidad
sensorial diferente.
La idea de que es posible
medir directamente tanto el estímulo como la sensación requería especificar qué
relación existe entre ambos aspectos. A este respecto, Stevens determinó que el
logaritmo de la sensación es una función afín del logaritmo de la estimulación.
Esta relación entre funciones logarítmicas se puede expresar mediante una
función potencial.